RAZONANDO EM LA HORA DEL MATE

Moisés Silveira de Menezes

Cando la pampa se duerme
entre zambas y vidalas
que viven en los ocultos
del alma y de la guitarra,
callado, me pongo a pensar...
voy andando,voy andando
por caminos y senderos.
Alguen que viene buscando
desde tempranas memorias
por misterios y silencios
que son los hijos del tiempo
sembrados en la inmensidad.

 

Un mate amargo, una pausa,
una mirada alrededor...
insistente,una coplita
que al olvido se escapó
tamborilla en los oidos
y habita en el pensamiento
templada de campo y río.
Viene de lejos recuerdos,
lejana, si muy lejana,
herencia de un tiempo lindo...
las canciones de mi madre,
milongas del viejo abuelo.

 

el tiempo ya no se cansa
de siempre ir y venir
y el silencio es un misterio
que el hombre nunca entendió.
Hay silencio en toda parte,
en el murmullo del río
en la voz clara del viento,
un salmo de canto largo
tartamudeando en las ramas...
pero, a vezes no lo siente
cuando la quietud impera.

 

El río es un caminante
tambien un largo camino,
un relicario de imagen
que habita en lo más profundo
y vive por las orillas.
Una canción murmullante
que de andar ya no se olvida.

 

Sonido de água en las piedras,
de la brisa en las ramajes...
por supuesto tiene quejas
de quien sin saber escuchar,
tambien no habla con ello.

 

Y en las noches aquellas
que nadie sabe explicar
ni el hombre ni el poeta,
el río no corre, ni habla,
el viento, entonce, ni escucha...
el rancho es un monumento
de piedra y de soledad.
Fue la guitarra al olvido
y toda la pampa, toda
se calla desnuda y desierta...
hasta que Dios aparezca
entre los rayos del sol.

 

Y cuando en el plenilúnio
a dondequiera que vaya
luciernágas, luna, estrellas...
la noche es grande en luces
y hasta parece que Dios
está paseando en la tierra.
El rio es un compañero,
que sabe hablar y escuchar.
Un pajaro migratório
con melodias y hablares
silencios de muchas luces
y amores por las orillas.

 

Todas las noches oscuras
el campo y tambien el río,
sombras....sombras...nada más
sin sonidos sin murmullos,
ni siquiera un lucerito
por lejano y olvidado...
solamente una gran sombra.
La mano de Dios, parece,
bajando un manto en la pampa
para que todo adormezca
em la paz y en el silencio